martes, 1 de noviembre de 2011

ELEFANTE 13





Pasaje de la Reforma

Un tipo del barrio, vive en su auto
Un Falcon gris, viejo y despintado

Él está en el pasaje, lo veo todos los días, cuando paso

A veces lo veo acostado con las piernas fuera del auto

Otras, bebiendo

Tiende sus ropas al sol, en el parabrisas

Lo saludo, pero el no

Siempre de lentes oscuros, hablando de fútbol con algún vecino

Es un tipo raro

Alto, muy alto

Los fines de semana cuida autos

al frente del hospital de clínicas

Tiene un extraño caminar

Un tranco largo y veloz

Se reúne con amigos alrededor de su auto

Los domingos por la tarde

Una tarde fría, salí al centro

Cuando llegué al pasaje, no estaba el auto

Solo un montón de policías

Y un cuerpo en el piso, cubierto de diarios

Estuve un rato mirando

Le pregunte a un vecino, que fue lo que pasó

Dice que salió a la noche en su auto,
pero regreso el sólo en la madrugada

Borracho y muy golpeado

Se tiró en el pasaje

Y murió

Entre cajas, diarios y gatos

El cuerpo, estaba ocupando toda la vereda y parte de la calle,
frente del kiosco de la peruana

No se sabe todavía del Falcon

Dicen que lo cambió por droga

Después me fui

Mirando las nubes en el horizonte

Creo que esta tarde

Llueve

Mario Eduardo Godoy





Cuento en futuro

“El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque si sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma…” J.L. B

Habrá una vez un hombre, que vivirá en alguna aldea, algún barrio, alguna cuidad o en cualquier lugar.

Habrá una vez un hombre que no será ni príncipe ni sapo, ni guerrero ni héroe.

Habrá una vez un hombre.

No habitara en un gran castillo ni salvara a ninguna princesa ni a nadie.

Sus besos serán solo besos, su espada no será invencible.

Sus palabras ocasionalmente acertadas, otras veces muy torpes.

Su amor no se eterno ni inalterable, su corazón no será perfecto y noble.

Tendrá miserias visibles, flaquezas que no querrá disimular.

Habrá una vez un hombre capaz de sortear su destino, de escapar al horror de repetir eternamente un cuento ya escrito.

Habrá una vez, realmente habrá una vez, un hombre... (?)

Federico Martínez



Ella quería todo ordenadito. Que fuera idéntica.
Acá la mañana. Acá la alegría del esfuerzo.
Más allá jugando los hijos. Después la recompensa.

Qué pena debe sentir por el mar que no tiene centro.

Qué sola debe sentirse cuando el día se puebla de decoros nuevos.

Rocío Pavetti
Publico “Escafandras”. Ediciones Recovecos 2009





Ruidoso el mundo por la ventana se acerca


Madrugada - el calor-
el cuerpo pegado a la cama
no distingo que es sueño
y que es verdad.
La gente habla -me dice-
yo hablo -me digo-
el silencio
que no hay más
escaso recurso
el de escuchar.

Atenta -ruidoso el mundo por la ventana se acerca- despierta -pensando- es preciso trabajar en lo simple - con los pies en la tierra y el alma de nuestro lado.


Carolina Bravo

Publico "Treinta". Grafica 29 de mayo/ 2010

ELEFANTE 12

Primera elegía (fragmento)

¿QUIÉN, si yo gritase, me oiría desde los órdenes angélicos? Y aun suponiendo que un ángel me estrechara súbitamente contra su pecho: mi ser quedaría exinguido por su existencia más fuerte. Pues lo hermoso no es más que el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar, y lo admiramos tan sólo en la medida en que, indiferente, rehúsa destruirnos. Todo ángel es terrible.
Y así, pues, me reprimo y ahogo la llama seductora que brota del oscuro sollozo. ¡Ay!, ¿a quién podremos recurrir? No a los ángeles, ni tampoco a los hombres.
Y ya los animales con la sagacidad del instinto se percatan de cuán inseguros y vacilantes son nuestros pasos a través del mundo interpretado. Nos queda quizá algún árbol al pie de la ladera, al que solemos contemplar diariamente; nos queda el camino del ayer o la morosa fidelidad a una costumbre que nos fue grata, hizo en nosotros su morada y no nos abandonó.

Rainer María Rilke
(Antología poética-Colección Austral-Espasa Calpe, Madrid.)




CANCIÓN

l

No tardes, muerte, que muero;
ven, porque viva contigo;
quiéreme, pues que te quiero,
que con tu venida espero
no tener guerra conmigo.

ll

remedio de alegre vida
no lo hay por ningún medio,
porque mi grave herida
es de tal parte venida
que eres tú sola remedio.
Ven aquí, pues ya que muero;
búscame, pues que te sigo;
quiéreme, pues que te quiero,
e con tu venida espero
no tener vida conmigo.

Jorge Manrique.
(Poesía completa-Colección Ucieza-Ediciones29)




Hasta el día en que vuelva, de esta piedra…

Hasta el día en que vuelva, de esta piedra
nacerá mi talón definitivo,
con su juego de crímenes, su yedra,
su obstinación dramática, su olivo.

Hasta el día en que vuelva, prosiguiendo,
con franca rectitud de cojo amargo,
de pozo en pozo, mi periplo, entiendo
que el hombre ha de ser bueno, sin embargo.

Hasta el día en que vuelva y hasta que ande
el animal que soy, entre sus jueces,
nuestro bravo meñique será grande,
digno, infinito dedo entre los dedos.

Cesar Vallejo.
(Poesías Completas-Juan Pablo Editor)




Espectador 606


Escribo ahora
el sueño de una historia:
en un hostel de Chile
donde nos hospedamos
había un extranjero
que pasó todos los días en cama
sólo lo vi levantarse una vez
para abrirnos la puerta
y decir unas palabras
en su idioma ininteligible
luego volvió a las sábanas
a su terso acomodamiento
y al salir pensé que
en resumidas cuentas
ésa era la historia de mi vida
y me dije “consigna esta historia”
pero entonces los pensamientos
se acomodaron y desaparecieron
como si se hubiesen recostado en un placard
“pequeños monstruos”, pensé
“pequeños monstruitos, no huyan”, pensé
y esperé que se hiciera de noche
y me acerqué solo, oscuro, a ellos
y les dije
“es hora
hablen mi lengua”.

Pablo Natale

jueves, 7 de julio de 2011

ELEFANTE 11






Escribir es morir lentamente

Escribir es morir lentamente
el testamento perdido
para los hijos muertos
o desaparecidos

Escribir es correr descalzo
en la arena hirviendo
llegar lejos, una luz
esperanza

Siempre te ves ahí
y seguís escribiendo
aunque venga a buscarte
el fuego, el mar y sus monstruos

Estás ahí, postrado

Y escribir termina siendo
sólo
el comentario de los insectos
en la noche.












Rodolfo Schmidt













Sentidos







Lo que uno calla nos entierra,
lo que debimos decir, nos hace naufragar en tierra firme.
Lo que sale de la boca nos amortaja despacio.


Dios no habla o es mudo,
alguien espera las preguntas,
dios no escucha o es sordo.


Alguien desespera en la niebla,
alguien nos otorga, quizás el lenguaje.


El único sentido que ejercita dios es el tacto.


Alexis Comamala











si la verdad



o la percepción



de un hecho irrefutable



fuese posible



debería manifestarse



a un costado del costado



al margen del margen



donde suceden las cosas





Felipe Asensio














la creciente



Esa noche llegó la creciente y trajo
muebles viejos, mugre
de los canales vecinos
botellas
víboras

se va a llevar todo, dijo
mi madre
y me imaginé los huesitos de enzo
flotando en la corriente, al lado
de los canteros de verdura
me imaginé su ropa última
roída por las polillas y la fiebre
sus uñas crecidas
las hebritas de pelo rubio
entre los alambres del portón

entonces me apuré a encender el sol
de noche en la cocina
a tapar la puerta con las bolsas de arena
esperando que la muerte no pasara
que siguiera el curso del agua
hacia el naciente
donde las tierras son bajas
y crece el aleppo
y la enredadera azul





Elena Anníbali

















ELEFANTE 10





E





El patio está entrando en su letargo,
abro la canilla del piletón y bebo el agua,
la escarcha del pozo.
Fumo
en la penumbra.
La brasa
dice que estoy allí.





Un llamador de ángeles en la tormenta.





MARCELO DUGHETTI


Los caballos de Isabel-
Ediciones Recovecos 2009





“al límite del aire vas”




Cercado por las cosas que desea
las que el mercado ofrece
o sus fuerzas logran
el hombre sin sustento
atraviesa cualquier campo filosófico
sin demasiado esfuerzo
y en ejercicio de cualidades encontradas
combina
libertad con imaginación
conciencia con alegría
comprende que hay un cielo
y un límite:
un precio.



CEFERINO LISBOA


la vida que se conoce-
Ediciones Pan Comido 2009









ES INFINITA ESTA RIQUEZA ABANDONADA


Esta mano no es la mano ni la piel de tu alegría
al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo
tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido
después del rostro hay otro rostro
tras la marcha de tu amante hay otra marcha
tras el canto un nuevo roce se prolonga
y las madrugadas esconden abecedarios inauditos
islas remotas
siempre será así
algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo
pero otro sueño se levanta y no es el mismo
entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos
de cualquiera
no eres el mismo no son los mismos
otros saben la palabra tú la ignoras
otros saben olvidar los hechos innecesarios
y levantan su pulgar han olvidado
tú has de volver no importa tu fracaso
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
y cada gesto cada forma de amor o de reproche
entre las últimas risas el dolor y los comienzos
encontrará el agrio viento y las estrellas vencidas
una máscara de abedul presagia la visión
has querido ver
en el fondo del día lo has conseguido algunas veces
el río llega a los dioses
sube murmullos lejanos a la claridad del sol
amenazas
resplandor en frío
no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada.


EDGAR BAYLEY
Obras-Grijalbo Mondadori 1999









Han sido publicados/as en las diez primeras ediciones:




- Lucila merlo - Rodolfo Schmidt
- Luis Alberto Spinetta
- Lihuen Peirone - Ayelen Herranz
- Gustavo Caffaratti
- Hernán Jaime - José Azocar
- José T. Corigliano
- Alejandro Schmidt - Charles Bukowski
- Pedro B. Palacios
- Juan Gelman - Daniel Rodríguez
- Leo Martinez
- Josefina Abalos - Sofía Romano
- Celeste Giordano
- Paola Castro - Breccia - Oesterheld
- Fabián Casas
- Roberto J. Santoro - Eduardo D´Anna
- Federico Villafañe
- Guillermo Sequeira - Luciana Sala
- Juliana Haedo
- Marcelo Dughetti - Ceferino Lisboa
- Edgar Bayley