Primera elegía (fragmento)
¿QUIÉN, si yo gritase, me oiría desde los órdenes angélicos? Y aun suponiendo que un ángel me estrechara súbitamente contra su pecho: mi ser quedaría exinguido por su existencia más fuerte. Pues lo hermoso no es más que el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar, y lo admiramos tan sólo en la medida en que, indiferente, rehúsa destruirnos. Todo ángel es terrible.
Y así, pues, me reprimo y ahogo la llama seductora que brota del oscuro sollozo. ¡Ay!, ¿a quién podremos recurrir? No a los ángeles, ni tampoco a los hombres.
Y ya los animales con la sagacidad del instinto se percatan de cuán inseguros y vacilantes son nuestros pasos a través del mundo interpretado. Nos queda quizá algún árbol al pie de la ladera, al que solemos contemplar diariamente; nos queda el camino del ayer o la morosa fidelidad a una costumbre que nos fue grata, hizo en nosotros su morada y no nos abandonó.
Rainer María Rilke
(Antología poética-Colección Austral-Espasa Calpe, Madrid.)
CANCIÓN
l
No tardes, muerte, que muero;
ven, porque viva contigo;
quiéreme, pues que te quiero,
que con tu venida espero
no tener guerra conmigo.
ll
remedio de alegre vida
no lo hay por ningún medio,
porque mi grave herida
es de tal parte venida
que eres tú sola remedio.
Ven aquí, pues ya que muero;
búscame, pues que te sigo;
quiéreme, pues que te quiero,
e con tu venida espero
no tener vida conmigo.
Jorge Manrique.
(Poesía completa-Colección Ucieza-Ediciones29)
Hasta el día en que vuelva, de esta piedra…
Hasta el día en que vuelva, de esta piedra
nacerá mi talón definitivo,
con su juego de crímenes, su yedra,
su obstinación dramática, su olivo.
Hasta el día en que vuelva, prosiguiendo,
con franca rectitud de cojo amargo,
de pozo en pozo, mi periplo, entiendo
que el hombre ha de ser bueno, sin embargo.
Hasta el día en que vuelva y hasta que ande
el animal que soy, entre sus jueces,
nuestro bravo meñique será grande,
digno, infinito dedo entre los dedos.
Cesar Vallejo.
(Poesías Completas-Juan Pablo Editor)
Espectador 606
Escribo ahora
el sueño de una historia:
en un hostel de Chile
donde nos hospedamos
había un extranjero
que pasó todos los días en cama
sólo lo vi levantarse una vez
para abrirnos la puerta
y decir unas palabras
en su idioma ininteligible
luego volvió a las sábanas
a su terso acomodamiento
y al salir pensé que
en resumidas cuentas
ésa era la historia de mi vida
y me dije “consigna esta historia”
pero entonces los pensamientos
se acomodaron y desaparecieron
como si se hubiesen recostado en un placard
“pequeños monstruos”, pensé
“pequeños monstruitos, no huyan”, pensé
y esperé que se hiciera de noche
y me acerqué solo, oscuro, a ellos
y les dije
“es hora
hablen mi lengua”.
Pablo Natale
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